miércoles, 7 de octubre de 2009

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El humo daltónico. El último cigarro.El olor a humedad de la cocina inexistente.La tarima flotante atacada por piratas somalíes. La vulgaridad de una fábrica cancerígena, con operarios cancerígenos, de vida fácil, vida nómina, polvo dominical.Fusil de asalto. El niño.Bofetada y denuncia, denuncialo todo, a todos. Que vieja estás y tú que gordo, con el alma llena de estrias. Parto. Párteme la cara. Enrique IV, el primer borbón con hielo de Francia.Barba real. Real love. No orden. Orden pupa. Orden quema. Paris bien vale una misa. Luis XIV. No dientes. Mucho kebap en Versalles. Absolut con naranja. Mucho kebap a las puertas de Viena. Proust sabría describir la cocina de mis sueños.

2 comentarios:

  1. La cocina de tus sueños tal vez pueda estar en el rincón de tu palabra, decorada con acentos y presagios, con naranjos inexistentes que abofetean la piel justo antes del intento.

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  2. Hay poemas que son una bofetada, otros, una caricia, algunos sirven para descontracturar la realidad, y unos pocos para el que cerebro se entere de lo mucho que se parece a una col, o a una nuez. El mío, antes, era todo ence-falo, ahora, cada vez es más ence-plano.

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